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PALABRAS DEL ING. ISAAC RÍOS QUINTEROS EN LA CEREMONIA DONDE RECIBIÓ LA DISTINCIÓN DE PROFESOR HONORARIO: LAS EMPRESAS MINERAS DEBEN INVOLUCRASE CON LOS PUEBLOS

LAS EMPRESAS MINERAS DEBEN INVOLUCRASE CON LOS PUEBLOS 

 

PALABRAS DEL ING. ISAAC RÍOS QUINTEROS EN LA CEREMONIA DONDE RECIBIÓ LA DISTINCIÓN DE PROFESOR HONORARIO

Créditos de la Foto: Oficina de Imagen Institucional UNI

 

Señores de la mesa de honor, Dr. Jorge Alva hurtado, rector de la UNI, Dr. Walter Estrada, vicerrector de investigación, Mag. José Corimanya, decano de la FIGMM, Mag. Armando Baltazar, secretario general, señores autoridades, docentes y alumnos de la UNI, señoras y señores.

Este es un momento muy especial y trascendente para mí, y, créanme, es increíble. Significa reconocer y agradecer a las personas que orientaron y modelaron mi vida, sobre todo, a los distinguidos miembros del Consejo de la FIGMM, del Consejo Universitario de la UNI y sus dignas autoridades que hoy la gobiernan.

Permítanme primero agradecer a mis queridos padres, agricultores de la serranía de Huacho, que desde pequeño me inculcaron valores, disciplina y entrega al estudio; pues por ser el mayor de ocho hermanos debía dar ejemplo y señalar una ruta de progreso: en el campo que nacimos no había lugar para nosotros.  Estos consejos o recomendaciones me llevaron a culminar una carrera profesional, seguido de mis hermanos Laco, Nilo; el mártir minero, Domingo, Lucio, Iván, Carmen y Antonio, todos ellos destacados ingenieros de minas. Tengo paisanos, primos, sobrinos como David Romero, José Quinteros y Manuel caballero, y ahora, todos superados por mi sobrino nieto, Fabricio Canales, egresado en primer lugar de su facultad en la UNI y becado por cuatro años a Caltec en EE.UU., cuya meta es su doctorado, sentando una valla muy alta para toda la familia y es el que mejor entendió la visión de mi padre.

Agradezco a mis hijos que me inspiraron a darles retos de superación en EE.UU., donde estudiaron su carrera profesional y donde viven, ahora tengo nueve nietos y una linda bisnieta. Agradezco también a mi esposa y mis hijas que han hecho del otoño de mi vida una linda primavera.

Debo expresar mi reconocimiento y profundo agradecimiento a mis profesores. A don Emiliano Romero, mi maestro de primaria en mi pueblo natal, quien nos daba clases en su casa a su hijo y a mí. En Guadalupe, al ing. José Marthans, profesor en la Escuela de Ingenieros, quien me enseñó matemáticas y cuando no pude matricularme en academias de preparación, me prestó su folder de problemas con la condición de devolverle con solucionarios.

Ya en la Escuela de Minas recuerdo a mis ilustres profesores, el ing. Luis Alva Saldaña, padre de nuestro ejemplar y querido rector, en preparación mecánica de minerales; al Ing. Carlos Pareja, profesor de topografía, con quien formamos la asociación de jalados, y solía decirnos que si aprendíamos bien topografía, podíamos ganarnos la vida. No es necesario nombrar a todos los grandes profesores de la UNI, solo resalto los que marcaron pasos firmes en mi formación profesional.

Trabajé de estudiante como topógrafo en Morococha con don Jesús Arias, ilustre y próspero minero, en donde hice el primer levantamiento topográfico de mina Susana; con el Ing. Carlos Galván conocí las ventajas técnicas y económicas de reemplazar el método de explotación de acumulación por el de corte y relleno en vetas.

Mi primer trabajo como ingeniero fue en la Cerro de Pasco corp. en Morococha, como jefe de guardia, mi contraparte fue mi compañero de estudios, Ing. Jesús Ortiz, quien escaló puestos hasta alcanzar la gerencia general de Centromin Perú; nuestro jefe de sección o foreman, don Cosme García, comenzó de peón y, sin formación técnica, solo con la escuela del trabajo, disciplina, competencia y capacidad de organización, llegó a ocupar un cargo reservado solo a extranjeros; me dejó las mejores lecciones mineras, en este entonces recién egresado de la UNI. Mi siguiente jefe fue el Ing. Alberto Ramírez, gerente general de Río Pallanga, donde comencé como jefe de sección y terminé de superintendente, aplicando el método de hundimiento por bloques como la primera experiencia en Perú, también descubrimos con el Ing. Jorge Mendoza el cuerpo diseminado “nito”, en actual explotación a cielo abierto por volcán. Tuve el privilegio de trabajar con los ingenieros que en Cerro de Pasco Corp. ocuparon altos cargos y fueron contratados por minero Perú, Miguel Carrizales, presidente, y Luis Lizárraga, gerente de proyectos, con ellos aprendí a elaborar proyectos mineros.

Inicié mi labor docente en la UNI después de 16 años de trabajo en minas con el curso explotación subterránea, y con el apoyo de decanos y docentes de primer orden, fui en cuatro períodos director de escuela de minas y en dos períodos decano; debo reconocer los Ings. Mario Samamé, Francisco Sotillo, fausto Zavaleta, Jorge Díaz, Luis Gonzales, David Córdova, entre otros.

Como pueden apreciar, en las minas y en la universidad me gané el aprecio de muchas personalidades que sería muy largo mencionarlos, por eso mis disculpas. Me ayudaron cumplir mi labor docente, sobre todo lograr en la UNI las mayores metas de mi vida. Gracias a esos verdaderos amigos de la comunidad universitaria: autoridades, docentes, alumnos, egresados y administrativos de la FIGMM y la UNI.

Agradezco también a los Ings. Jorge Ayala, Mario Cedrón y Raúl Benavides en el desarrollo de Cetemin, que comenzó como Cetpro en 2003 en un local alquilado y 16 alumnos y, actualmente, es el Instituto de Educación Superior y certificado, tiene cuatro sedes propias y egresarán 1,000 técnicos para la industria, construcción y minería.

Mi paso por las minas y mi labor docente han dejado pensamientos e ideas que quisiera compartir con ustedes, por si fueran útiles para la gran minería:

El Perú es muy rico en historia minera, viene desde la extracción de oro de los ríos Santiago, Chinchipe y otros, como confirman los tesoros dejados en las tumbas del señor de Sipán en Lambayeque; más adelante, con el rescate del inca Atahualpa, quien pagó por su rescate un salón lleno de piezas de oro y plata, monto nunca pagado en la historia de la humanidad, con metales provenientes de vetas de auríferas y argentíferas, trabajadas desde aquella época. 

Nuestra minería siempre fue subterránea, recién con la puesta en marcha de Toquepala en 1960 comenzó la explotación a cielo abierto, 16 años después fue Cuajone, 24 años después fue Antamina, 15 años más fue Antapaccay, Toromocho, Constancia, las Bambas y la ampliación de Cerro Verde, elevando la producción de cobre, primero de 50 kt a 180 kt con Toquepala y, finalmente, a 2.4 mt con Todasa, hasta ocupar el segundo lugar en la producción mundial de cobre, después de Chile y superando a China, EE.UU. y Australia.

El crecimiento fue muy lento y por temporadas. Primero por agitación social, luego casi tres décadas de terrorismo y ahora los levantamientos, bloqueo de carreteras y protestas de comunidades que van dejando proyectos paralizados: Tambogrande, Río Blanco, Cañariaco, Conga y, últimamente, Tía María. O sea, una menor producción de por lo menos 1 mt/a, o 6,000 m$/a, como si no hiciera falta para el desarrollo de nuestros pueblos.

Cuando el Ing. Rómulo Mucho fue congresista, gestó la ley del canon de recursos naturales, entre ellos del minero, donde la mitad del impuesto a la renta de las empresas mineras se destinan a las regiones, provincias y distritos mineros para consolidar el progreso y desarrollo de estos pueblos siempre olvidados.

Han pasado casi 20 años de esta ley y nadie percibe o aprecia ese aporte minero, plasmado en obras importantes y trascendentes para las poblaciones, dando la sensación que las mineras no pagan impuestos y, en consecuencia, tampoco canon minero, o que el gobierno central se queda con todo. La realidad es que se han distribuido anualmente, al punto que ha sido imposible ejecutar ese progreso y se han perdido ingentes recursos en obras que no aportan desarrollo alguno, son intrascendentes o están paralizadas, frustrando las ilusiones de avance.

La principal razón del uso ineficiente del canon minero es la corrupción, en las regiones y localidades con canon, puesto en evidencia por gobernadores y alcaldes denunciados, prófugos o sentenciados por malversación; por ejemplo, el distrito de San Marcos en Áncash, que por años recibe el mayor canon minero del país y, sin embargo, cuenta con obras improvisadas o abandonadas y con cambio frecuente de alcaldes por lucha de poder. Hecho que se repite con mayor o menor grado en las regiones y poblados que reciben este beneficio.

Esta situación debe llamar la atención de las empresas mineras, sobre todo en la gran minería, para buscar soluciones prácticas, sin nuevas leyes, pues lo que falta es involucrase más con estos pueblos. Conocer sus costumbres, analizando con sus autoridades todas las carencias o deficiencias, planteando soluciones y prioridades de ejecución, ayudándolos a terminar, usando prioritariamente la ley de obras por impuestos o por canon minero. De esta forma, se dejará huellas de progreso y desarrollo en bien de las poblaciones, lo que hará que sientan orgullo de la minería, como ocurre en algunas regiones mineras de larga data con avances positivos en educación, salud e infraestructura.

Cuando las empresas se involucren más con las comunidades, el Estado puede ayudar positivamente; mientras tanto los antimineros toman la delantera, dejando en peligro no solo el desarrollo de nuevos proyectos, sino la confianza y tranquilidad de las operaciones actuales, ubicadas en poblaciones remotas. La minería es la única actividad económica posible, pero aún es deficitaria. No le tengamos miedo, los pueblos andinos ven con muy buenos ojos a nuevos comuneros, mucho más cuando trabajan juntos en el progreso de su población.

Narraré una anécdota familiar para ilustrar el caso. Mi padre era comunero de Mallay y compró a un privado un terreno agrícola ubicado en la comunidad vecina, cuando tomó posesión, el pueblo en pleno lo impidió hasta acordar una segunda compra a la comunidad, con la obligación de hacerse comunero y asumir sus obligaciones y costumbres, como asistir a convocatorias, asambleas o trabajos comunales, desempeñar cargos directivos o realizar las fiestas costumbristas. En otras palabras, involucrarse totalmente. No son leyes dadas por el gobierno ni publicadas en el peruano, son costumbres ancestrales que los pueblos conservan y cumplen. Las empresas de gran minería con sus gerencias de relaciones comunitarias no deberían ignorarlas, más bien aprovechar para ser parte de la comunidad y no un visitante o turista, menos un contrincante. Los pueblos aprecian a los nuevos comuneros que cumplen sus obligaciones y costumbres; mientras las empresas creen todo lo contrario. Merece una reflexión.

Como ingeniero de minas, involucrado en operaciones y docencia minera, lo que más anhelo es su desarrollo, sin desaprovechar el principal recurso natural que tenemos, los minerales; no para dejarlos enterrados, sino para el desarrollo del país originado por la minería. Queda demostrado por la década del 2004/14, cuando se invirtieron más de 45 mil millones de dólares solo en minería. El resultado fue la bonanza en todo el país, y la pobreza bajó de 60 % a casi 20 %. Este es el camino a seguir, antes que los metales pierdan su valor o sean sustituidos, debemos eliminar la pobreza.

Les agradezco su paciencia de escucharme, pero es el grito de un anciano.                       

Muchas gracias.

 

 

Viernes 11 de octubre 2019

Más información: http://rrppuni.blogspot.com/2019/10/uni-distingue-como-profesor-emerito-al.html
Last modified onMartes, 05 Noviembre 2019 10:20

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